Desde tiempos muy remotos, Se ha manifestado que Escazú ha gozado de la fama de practicar el Ocultismo y La Brujería. A ello, es posible se deba el señalamiento de nuestro cantón como: “La Ciudad de Las Brujas” y por consiguiente a los escazuceños: “Brujos’.
También, es posible que lo anteriormente descrito, haya sido una de las causas que impulsó al Sr. Obispo de Nicaragua y Costa Rica, Monseñor Antonio de La Huerta y Caso, al librarle el 2 de marzo de 1799 una licencia al eregir en ayuda de Parroquia a la Ermita de Escazú, que se había empezado a construir en el año 1796, con el título de San Miguel Arcangel y bajo el patronazgo de María Santísima y San José designándole así la nominación religiosamente apropiada (de San Miguel Arcángel) que viniera no solo a servir al señalamiento del pueblo, sino también a aquella que lo protegiera y defendiera frente a los peligros de los malos espíritus. Es decir, de aquellos que provenían de grupos, personas o actividades contrarias a la religión y tranquilidad del espíritu. Y por eso, quién más apropiado que San Miguel Arcángel que, como Jefe de la Milicia Celestial, sería el vencedor de Satanás y de todo aquello que atenta y va en contra de la religión Católica?
Según el breve relato anterior, Escazú es la tierra de Las Brujas y de Las Leyendas. Es una “encantada” Leyenda o historia para una tierra encantadora, que ha conquistado a través del tiempo la imaginación y corazón de costarricenses y extranjeros durante muchos años.
La población a escasos 9 kilómetros al suroeste de San José, aún se las arregla para mantener cierto tinte de campo, en especial por el lado Sur del pueblo, un lugar donde a florecen las viejas tradiciones y mina la vida apacible y sencilla.
A pesar del persistente influjo del siglo XX, Escazú, —ya lo dijimos antes—, es la tierra de Las Leyendas, de las Brujas y de la “brujería”. Es el soñoliento y misterioso lugar que fue descanso de las tribus de indios precolombinos. Legendario lugar de reunión de las mágicas criaturas, en donde se cultivan y crecen las hierbas mágicas y las plantas medicinales con poderes sobrenaturales, que para que sean efectivos esos poderes, deben de ser sembradas en trastos viejos, en especial ollas y bacinillas. Su uso, según la tradición, era empleado para atraer el cariño de alguna persona o bién para torturarlo sin misericordia. Encantarlo o causarle estragos en su salud, son cosas que según la fe que se ponía en lo que se deseaba, se obtenían de este poder tremendo de las “siete yerbas” y de los “polvos mágicos” que procedían de esas plantas y de las cuales nos ocuparemos más adelante en el capitulo de La Medicina Popular.
También siempre se ha manifestado que Escazú es un pueblo de “encanto y leyenda”...
Sin embargo la historia nos dice que cuando Juan de Cavallón lo descubrió en el año 1561, el asentamiento del pueblo estaba ubicado en un lugar más al sur del actual centro de Escazú: en Entierrillos, donde según se dice existía un reducido poblado indígena YA EN DECADENCIA. Y no nos dice la historia que ellos practicaban la “brujería”, pues se deduce que ese señalamiento fue una especie de mote que se dio por el hecho de “aconsejar’ o de “curar" a base más de hierbas que de otra cosa. En pocas palabras, un MEIGO BUENO, simplemente un curandero y nunca un MEIGO MALO porque nunca se ha sabido de la existencia de Brujos Maléficos en nuestro pueblo.
Pero de donde nos vino la “fama” de la MEIGUESIA (Brujería), a los escazuceños?
Aparte del breve relato anterior, es posible que de Galicia, una Tierra de Brujas de la Madre Patria, ya que según se dice, los escazuceños descendemos de “gallegos”.
Don Alberto Rumschisky de Santiago de Compostela (ciudad española de la Provincia de La Coruña), en un interesante artículo, dice lo siguiente:
“Yo no creo en las brujerías, pero que las hay, las hay”. Este es un dicho muy común en una tierra verde y misteriosa, con nieblas y brumas, que tiene mucho parecido con la campiña inglesa. En toda la geografía gallega, y en especial en las zonas rurales, la gente acude con naturalidad a consultar con sus meigas; así se llaman las brujas en gallego: una palabra que deriva de la raíz latina de “médica” o “maga”, es decir, la que cura con procedimientos mágicos.
Aclaremos que los gallegos distinguen dos clases de meigas:
Buenas y malas. En general, la meiga es una persona que tiene un poder místico para hacer cosas extraordinarias. Pero si ese poder místico le viene a la meiga de Dios y lo emplea para hacer el bien, entonces se le llama curandera, santa o sabia. En cambio si este poder le viene del diablo y lo utiliza para el mal, estamos ante una bruja maléfica.
En la actualidad, la “profesión” de meiga se pasa de madres a hijos
en ciertos casos, de maestra a discípula. La meiga clásica cura de enfermedades psicosomáticas, golpes y torceduras: cuando se le presenta un case grave, ella misma aconseja ir al medico. Los que estudian el fenómeno brujeril (entre ellos un eminente catedrático de antropología de la Universidad Complutense, llamado Carlos Alonso del Real), aseguran que nunca han encontrado una bruja mala en Galicia. Si han oído hablar en el campo de la xuxona (chupona), la bruja que chupa la sangre de los niños hasta que los mata, lo que es una versión gallega de los vampiros rumanos. Es una idea legendaria, pero nadie ha señalado concretamente a una xuxona. En cambio, Alonso del Real afirma que ha conocido a tres personas que decían ser“hombres lobo”. Uno de ellos era un diplomático de carrera, un marques, que fue a verlo a su cátedra. Sufría mucho porque decía que en las noches de luna llena se tenia que atar a su propia cama para no atacar ala gente. Aparte de su aparente manía, era un hombre razonable y perfectamente normal. Los otros dos lobixones eran campesinos que pidieron ingresar por propia iniciativa en un conocido sanatorio. El catedrático dice que ha podido comprobar que los lobixones gallegos creen sinceramente en la realidad de su peculiar naturaleza, y que no seria extraño que en otras épocas sucediera lo mismo con las xuxonas.
El ritual de las meigas-curanderas es muy variado y va desde la simple imposición de manes, en el caso de las denominadas “santas”, hasta la aplicación de una serie de emplastos fabricados con plantas aromáticas, cuando se trata de las llamadas ‘sabias”. Pero la gran especialidad de las meigas es la curación de los perjuicios que provoca c “mal de ojo’.
Históricamente se registra en España una gran caza de brujas que tuvo lugar en el País Vasco, a comienzos del siglo XVII, y que terminó con una formidable matanza a ambos lados de la frontera entre Francia y España. Pero en Galicia los campesinos nunca llegaron a las manos con sus propias brujas, porque siempre ha funcionado bien sin sistema mágico y ancestral de carácter simbólico y defensivo. En muchos pueblos, por ejemplo, las campanas de algunas iglesias tienen un letrero que atestigua so poder contra las brujas y su eficacia en la santa campaña. Se dice que las brujas volaban siempre muy bajo, a ras del suelo, y la razón que se da es que las campanadas podían derribarlas si la sorprendían en pleno vuelo. Por eso, durante las procesiones se repican todas las campanas. Las campanas se utilizaban también para deshacer el maleficio de las nubes de tormenta que amenazan con el granizo. Los mas creyentes aseguran que el Ángelus, que dicho sea de paso hace tiempo se deja de tocar en la iglesia de Escazú es el toque mas eficaz contra el Diablo.
Todos los objetos sagrados tienen un valor estratégico frente a los maleficios, y especialmente el misal. Dice la tradición que cuando las brujas iban a la iglesia, si el cura dejaba el del altar abierto, se quedaban inmovilizadas y no podían salir. Pero la defensa Se inspira también en las armas naturales: el puño o las herraduras. En Galicia no valen las herraduras nuevas. Las que Se cuelgan en el interior de las puertas de las casas para impedir el paso de las meigas, tienen que haberse encontrado en el campo y estar viejas. Hay dos razones para esto: con el uso, la herradura se impregna de la potencia defensiva del caballo y el encontrarla perdida es como un regalo de la Providencia. Contra las brujas se utilizan además los cuernos y los colmillos del jabalí. Los de vaca y carnero se suelen poner en los establos. Para proteger a los animales domésticos. Además de las armas simbólicas, las que son reales se utilizan también mágicamente. El caso típico es el cuchillo con el que se traza un círculo en el suelo para crear un espacio mágico, dentro del cual no pueden entrar las brujas.
Las brujas actúan siempre en la oscuridad y pierden sus poderes cuando canta el gallo. Las dos noches más peligrosas en Galicia son la de San Juan y la de San Silvestre. En esas noches los campesinos ponen en las ventanas ramos de saúco, hinojo, romero, laurel, menta. El aroma de estas plantas impide el paso de las brujas y por eso también se utilizan en infusiones contra as enfermedades del mal de ojo. La eficacia antibruja de las plantas se duplica si es bendecidas los campesinos gallegos esperan pacientemente todo el año a que llegue la Semana Santa, y el Domingo de Ramos se les presenta la gran ocasión: el laurel y el olivo son símbolos de la vida, por ser plantas de hoja perenne.
De las Leyendas de Escazú, brevemente diremos quo se cuentan cosas muy raras y extrañas, en donde podemos decir que en más de una ocasión se puede escuchar la historia de la famosa Doña. Zárate, la compinche’ de la Tule-Vieja, cuando ambas brujas aterrorizaban a los vecinos del pueblo, hace muchos años con sus cantos y quejidos
Mucha gente llegó a jurar y a rejurar haber oído (pues nadie la llego a ver) a la famosa Carreta sin Bueyes”, que según la leyenda es conducida por el mismo Diablo en persona. También más de uno manifestó haber visto a La Segua, al Mico-malo, a La Llorona, al Dueño de Monte, al Padre sin Cabeza , al más tétrico y terrible de todas estas criaturas: Al Cadejos, de quienes hablaremos más adelante por separado, así como de los Duendes y claro está, de Las Brujas del lugar.
A la mayoría de ellas yo le he compuesto mis canciones cuyas letras encontrarán al terminar estos apuntes, sin faltar con la Leyenda más auténtica y original de Escazú, que fue creada con su singular natural imaginación por don Jesús Fernández, alias “Tuto Yoyo’, un respetable y venerable anciano de nuestra comunidad, ya fallecido, como es la “Leyenda de La Tule Vieja”.
Lo anterior ligeramente contado, es algo de nuestra rica y jocosa leyenda de la cual los escazuceños, crédulos o no como el suscrito nos sentimos muy orgullosos do poseerla porque como he manifestado muchas veces son parte muy esencial de nuestro ‘folclore” y de nuestro patrimonio histórico-cultural.
Este articulo incluye extractos obtenidos de los libros de historia de Escazú escritos por don Alvar Macis Guerrero
Articulo de: http://www.escazu.or.cr
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