Secretos y mentiras El único juicio por
brujería que se inició en el siglo XVIII, revela mucho de nuestro pasado
Articulo de http://wvw.nacion.com/ancora/2008/agosto/03/ancora1640853.html
La sección Complementario Colonial del Archivo
Naci
onal de Costa Rica guarda un grueso fajo de 60 folios, que tiene que ver
con hechicería. Es el único caso que se conoce de una acusación por brujería
durante el periodo colonial costarricense. Recoge la acusación contra dos
mulatas cartaginesas, María Francisca Portuguesa y Petronila Quesada, a quienes
un militar, Matías Quesada, culpó de haberle hechizado el miembro viril.
En la primera página se lee que, estando Matíasgravemente
accidentado de los testículos ,
difamó públicamente a las muchachas y luego llevó su clamor hasta el
gobernador, Juan Manuel de Casasola y Córdova, ante quien pidió castigo contra
las presuntas nigromantes.
En aquella estructura provincial, el gobernador no se
encargaba de tales asuntos, así que Casasola delegó el proceso en José Romualdo
de Oreamuno, miembro del cabildo español, nombrado alcalde de la Santa
Hermandad (equivalente de la Policía).
El alcalde de la Santa Hermandad “se ocupaba, con
procedimiento sumario, de los casos de violencia, resistencia a la justicia,
violación y allanamiento producidos en zonas despobladas” y trataba “los
delitos y excesos que se cometían en el campo”, según explica la historiadora
Carmela Velázquez en su Diccionario
de términos coloniales (Editorial
de la Universidad de Costa Rica, 2005).
Por las atribuciones de su puesto, a Oreamuno competía
indagar la verdad o la falsedad de hechos como el expuesto, y, cumpliendo con
sus obligaciones, se dio a las pesquisas sin imaginar que legaría a la
posteridad un caso que muestra interesantes formas de atender la justicia en la
Colonia.
Pobres y casi honrados. La Gobernación de Costa Rica era la más alejada de la
Capitanía General de Guatemala. Nuestra sociedad no era ajena a los valores con
los que la monarquía española engranaba sus colonias, pero sus habitantes
vivían en condiciones muy diferentes de las de los otros lugares (virreinatos o
capitanías).
En nuestra provincia, para subsistir, tanto foráneos
como naturales creaban nexos de dependencia, aunque no necesariamente
igualitarios.
Las diferencias sociales y culturales existían, pero
se disimulaban más que en otros territorios. Aunque los indios, mulatos y
mestizos trabajaban para sus dominadores, la nobleza y el clero apenas lograban
superar las precarias condiciones imperantes.
La ciudad de Cartago era una aldea deprimente,
alrededor de un lodazal llamado Plaza Mayor. Faltaban trabajadores. Los que
labraban la tierra, precisaban de mes-tizos o mulatos esclavos, y en la vida
doméstica también se requerían brazos para el oficio.
En los hogares, la mano de obra libre era cara. Había
que ingeniárselas para obtenerla gratuitamente, o al menos más barata que lo
que costaba comprar una esclava. Las mitas ya no existían, pero algunos
encontraron cómo beneficiarse de las dudosas penitencias legales que
facilitaban empleados gratis, aunque fuera por poco tiempo.
Dentro de las posibilidades de contar con empleados
sin salario estaba eldepósito .
Esta forma legal consistía en ubicar a una acusada en una casa donde ofreciera
trabajo doméstico no remunerado, como parte de la purga por su condena. De
aquella forma, gente de las clases altas se procuró esclavas sin mayor costo
que alimentarlas.
Tal artimaña era inaccesible para otros estamentos,
que para ganar dinero recurrían a la prostitución y la brujería.
La Colonia tenía fuertes sistemas de control
represivo, pero en la plaza raramente había crueles espectáculos de castigo;
por lo que los pretendidos hijosdalgos como los indígenas, y hasta dignatarios
monárquicos o eclesiales, iban contra lo establecido para paliar sus carencias
y para agenciarse dinero o servicios.
La pobreza unificaba. Hasta el gobernador vivía en una
casa austera. Para sufragar gastos debía dedicarse al comercio o a actos
ilícitos, impensables en sus pares de los virreinatos, como el contrabando.
No convenía que los afuerinos supieran de esas
prácticas, por lo que se recelaba mucho de la mirada externa. En las antípodas
de la escala social, indios, mulatos, mestizos y negros vendían su cuerpo o
practicaban el curanderismo para ganarse unos cuartos. Por ambos oficios
acusaron a las mulatas María Francisca Portuguesa y Petronila Quesada.
Brujas en depósito. Los autos contra las muchachas se iniciaron en junio
de 1775. La causa se abrió por solicitud de Joaquín Quirós, padrastro de María
Francisca, quien pidió la libertad de su hijastra, apresada y puesta en
depósito. El oficial Oreamuno comenzó los interrogatorios, que compusieron un
proceso donde se refleja la vida de la periferia cartaginesa colonial.
Las mulatas vivían marginales al principal
asentamiento cartaginés. En su chabola servían sexualmente a algunos hombres, y
también practicaban el curanderismo, común entre los indígenas.
Aunque las declaraciones arrojan que el mal del
querellante era una enfermedad venérea, el cargo de brujería era grave y podría
acarrear un castigo muy fuerte. El expediente, engrosado con los testimonios,
se agrandaría más con las ratificaciones.
El tiempo corría, mientras las dos muchachas seguían
presas de oficios domésticos gratuitos. Quienes deseaban verlas libres
reclamaron con fuerza. Un año y tres meses después de iniciado el proceso, el
expediente fue remitido con apuro a Nicaragua para que las autoridades de León
dirimiesen el caso. Pasarían nueve meses antes de que llegase la esperada
resolución.
Resolución conveniente. Los cartagineses no desearon emitir una sentencia tan
delicada y prefirieron pasarla a esferas superiores. Preveían que si León no se
pronunciaba, el asunto iría a Guatemala, y eventualmente sería elevado al
virreinato de Nueva España (México). Al fin, podría haber funestas
consecuencias.
En el mejor de los casos, habrían de mandar a las
encartadas hasta México; en el peor, México enviaría a un inquisidor, con los
costos económicos, sociales y emocionales que traería a estas alejadas tierras,
donde la ausencia de miradas externas era garante de tranquilidad.
Entonces, desde León, el licenciado Enrique de Aguilar
finiquitó el problema con una larga carta.
Luego de resumir el delito, el documento se extiende
en admoniciones transcritas casi textualmente del discurso V del tomo II del Teatro crítico universal . Este era una colección de extensos
artículos sobre distintas materias, incluida la magia, publicados por el
español Jerónimo Feijoo entre los años 1726 y 1740.
Con docta retórica, Aguilar desestimó que las reas
fuesen hechiceras; para él, lo único probable era que no supieran la doctrina
cristiana, lo que no ameritaba quitarles la libertad. Así pues, las absolvió y
las declaró libres. Al juez de Cartago, Aguilar pidió que no alargase tanto
estos asuntos pues, por su tardanza, “los inocentes padecen o los delincuentes
quedan sin castigo”.
Al final de los autos seguidos contra María Francisca
Portuguesa y Petronila Quesada por brujas, se las dio por instruidas en el
Catecismo y se las liberó de la sujeción del depósito; al fin, se las entregó
nuevamente a sus padres.
Habían transcurrido dos años de depósito de dos mulatas y de un juicio
extensivo, pero quedó un importante testimonio de la época colonial frente a la
hechicería: la colonia costarricense no sacrificaría su tranquilidad ni sus
entuertos por un par de presuntas brujas.
Según apuntan los documentos, también Martín Quesada
fue feliz: un indígena le curó el impedimento que originó tan singular juicio.
EL AUTOR ES DRAMATURGO Y AUTOR DE ‘FIGUEROA, NOTARIO DE LA
PATRIA INÉDITA’ Y ‘LA TEA FULGURANTE’, ENTRE OTRAS OBRAS. GANÓ EL PREMIO
AQUILEO J. ECHEVERRÍA EN 1996, 2003 Y 2004.
¡Otro tesoro olvidado dentro del Álbum de Figueroa! Siempre he dicho que es una excelente fuente para un sin fin de cosas: arqueología, genealogía, sociología, filología, política, antropología, historia y demás. Hace poco hice una pequeña investigación sobre dicho personaje y sus obras. Con gusto la comparto.
ResponderEliminarIgualmente invito a visitar el Archivo Nacional, porque es indescriptible lo que se encuentra en ese álbum, sin embargo, advierto que el acceso es limitado por una vía digital, así que muchos detalles se pierden. El CD con el álbum en formato digital se puede comprar, pero oír el precio no es agradable.
Excelente gracias por tu aporte Chibim, espero poder adquirir ese CD creo que valdría la pena.
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